Nehemías tenía un buen trabajo en Susa, la capital de Persia. Trabajaba en el gobierno: era el copero del rey. El copero era la persona que tenía como función probar todas las comidas que se traían ante el rey; como un vaso de vino. Él bebía algo, y si no caía muerto o enfermo, entonces, el rey podía beber del mismo. Era un trabajo bastante peligroso como bien podemos apreciar. Podemos decir que Nehemías tenía un puesto político, aunque él era un laico.
En cierta ocasión, Nehemías vio a uno de sus hermanos que había regresado de Jerusalén. Cuando lo vio en el palacio, se detuvo junto a él y le preguntó cómo andaban las cosas por Jerusalén. Este hombre le contó que las cosas estaban en una situación terrible, que había mucha aflicción, que la gente de Dios estaba destituida. Y este hombre Nehemías se arrodilló entonces allí mismo en el pavimento y comenzó a llorar, y luego comenzó a ayunar y a orar.